Cuando hablamos de diálogo podemos acercarnos a una concepto tan abierto como el de “ Compartir”: sin buscar convencer o conquistar, sencillamente, aportando información para que se nos conozca más o para conocer más al interlocutor o interlocutores. Este complejo concepto a la hora de materializarlo tiene una expresión contundente en algunas esculturas, sobre todo de carácter monumental ya que ellas están en los espacios públicos o privados y en cualquiera de los casos permiten o generan la visión e impacto en muchas personas constantemente.

En estas obras el escultor tiene la oportunidad de manifestar sensaciones, preguntas o respuestas, es el lugar apropiado para hacer una declararon de principios o sencillamente para mostrar sus ideas.

El acero toca el alma, su forma arranca del inconsciente un flujo de sentimientos que se materializan en cada giro, en cada mirada generando emociones.

Desde nuestro punto de vista el espacio publico genera un compromiso de diálogo entre el espectador y la obra, y es en este espacio donde se mueve mi trabajo.

Trabajar con formas abstractas nos lleva a la posibilidad de dirigir nuestro discurso, diálogo, hacía un espacio dentro de nosotros, el mas conectado con el subconsciente, es por ello que una escultura en la calle pude llevarnos hacia terrenos de serenidad o violencia, de calma o de agresividad, de Paz o de incomodidad. La búsqueda de un dialogo con lo más profundo de mi propio ser me ha llevado una y otra vez a generar, dentro de mi, esos espacios de dialogo que luego se trasladan a la escultura, la obra así se convierte en una ser vivo que aporta y trasmite, constantemente un mundo reconocible o no, dependiendo del espectador , pero siempre hacia si mismo; la escultura busca que tú, observador, puedas llegar a través de la introspección que te generan estas formas abstractas a conectar, a leer, a dialogar contigo mismo.

¿Porqué cuando estamos delante de un árbol y lo observamos, en general, nos sentimos tan bien, esa sensación de profundidad, de espacio vacío y lleno a la vez, esa es una sensación de que hay vida; cuando en otoño no hay hojas parece que el árbol está muerto, la sensación espacial es diferente, ese juego tan sutil es el mismo que se genera en la intersección de espacios y superficies que se crean en estas esculturas. Elementos muy sencillos, colocados en forma armónica, con la sutileza de una caligrafía oriental, son trozos de acero que se convierten en “Símbolos” al estar materializados en gran formato; ese es el sentido de los totem de las culturas del Pacifico Norte americano, de los pueblos que buscaban abrir las almas a sus cuerpos. Esta relación simbólica que generan los totenm a lo largo de los tiempos es la misma que han generado las imágenes en algunas religiones, filosofías o culturas. ¿Es este uno de los sentidos profundos de la escultura ?

Cuando una escultura te da todo en una primera y rápida lectura empobrece el propio contexto, solo se la observa una vez, para qué aportar tiempo a una campo estéril.

¿Es este el sentido real del arte público, de una escultura que está en la calle las 24 horas al día los 365 días del año?

El sentido que nosotros aportamos es el de crear un continuo espacio de diálogo entre estas formas indefinidas y livianas que inspiran nuestro subconsciente emocional y nos pueden aportar cada día una lectura, una emoción diferente. Despertar la capacidad de sentir que estamos vivos porque somos capaces de descubrir sensaciones, emociones diferentes ante, aparentemente, las mismas formas que en realidad van cambiando con la luz, con nuestra posición, o lo más importante, con el estado con el que nos acercamos a observar , a percibir esta gran obra de arte que es una escultura monumental.

Me preocupa que la escultura esté siendo atrapada por la nueva religión, la ciencia y que pierda la capacidad de crear lo inabarcable, lo desconocido, aquello que está más allá de la medida, de la definición o la palabra. Si puedo acotar y expresar, hasta lo más pequeño la obra de arte, para mi ya no es arte, es otra cosa. Cuando siento un árbol veo el cielo y la tierra, veo la vida y los infinitos colores y matices, y lo más trascendente, siento y siento, percibo hasta donde no hay límite…me siento libre y en Paz.

Este diálogo con lo subconsciente y abstracto se refleja en la serie de esculturas “Portales”.

Fragmento de la Escultura “Portal del Vent”, Denia-Alicante-España.

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